CARLOS ROMANO

Ensayo con la pintura como si fuera un acercamiento al misterio, como un proceso de meditación y plenitud de la existencia. Por eso me gusta verme como un ministro de la expresión plástica, escudriñando lo sagrado que en ella reside y que nos conduce hacia la bondad del ser y su entorno.

En mi proceso suelo mezclar dibujos, pinturas y fotografías con programas de edición hasta concluir en una especie de abocetamiento digital, pero a partir de aquí me interesa lo que sucede al llevar esta imagen al lenguaje más tradicional de la pintura. Primero, en el proceso de dibujo, donde se nombra cada forma a través de la danza de la línea y se produce una apropiación gestual de las formas previas a su pintura. Después, suelo manchar con óleo, ya que al secarse más lentamente me permite un mayor tiempo de contemplación mientras trabajo, de tal forma que la imagen poco a poco se despoja de su condición y entra en una nueva dimensión, un nuevo lugar.

Me gusta colocar lo figurativo en una frontera con la abstracción geométrica. En ocasiones busco referencias en el paisaje, la industria, la mitología, lugares donde encuentro una tensión poética y me permiten empezar a constituir el espacio visual. Me interesa crear una pintura con fuerza y profundidad poética, que salga al encuentro del espectador, ofreciéndole un refugio de paz rebosante de posibilidades de convivencia mutua. Actualmente en Atelier me encuentro al comienzo de la elaboración de un paisaje, un paisaje que intento dejar a medio camino entre la afirmación y la figuración.